El economista, consultor estratégico, ensayista e investigador sobre soluciones y estrategias a problemas sociales y medioambientales complejos, Micha Narberhaus, es el fundador de The Protopia Lab. Una asociación y laboratorio de innovación social que propone salir del estancamiento actual y tener debates honestos y plurales sobre las causas de nuestra crisis cultural y sobre cómo podemos utilizar creativamente esta crisis para dar pasos hacia el verdadero florecimiento humano. Nos explica cuáles son sus próximos pasos en esta entrevista.
¿Qué le falta a la sociedad de hoy en día?
Quizás lo que más falta son diálogos buenos y profundos sobre los temas y problemas más importantes a los que nos enfrentamos. No hay diálogo, no hay debate de verdad. Sólo hay narrativas. Cada uno tiene su propia narrativa e intenta encajar los hechos en su narrativa y una visión del mundo y una moral fijas que no permiten puntos de vista diferentes.
El mundo se divide entre los buenos y los malos, contra los que hay que luchar. Como cada vez hay menos interés y esfuerzo en descubrir y describir la realidad, por ejemplo en mundos como el periodístico y el académico, cada vez es más difícil construir un sentido común como sociedad.
Todos estamos en nuestras burbujas epistémicas. Cuando uno habla con alguien que está en otra burbuja, es difícil ponerse de acuerdo en algo. Esto pasó con la Covid y cada vez sucede con más temas.
Bajo tu punto de vista ¿cuál es el mayo desafío al que nos enfrentamos como sociedad?
Probablemente el hecho de que toda la humanidad está conectada a través de Internet, los teléfonos móviles y las redes sociales, y todavía no hemos encontrado una manera de convivir con esta tecnología de manera que no nos perjudique demasiado.
Es el mejor ejemplo para mostrar que seguimos viviendo con los cerebros de cazadores-recolectores y cuando nos enfrentamos a una tecnología super novel como las redes sociales, nuestros instintos más básicos – que tenían su utilidad en el mundo de las pequeñas comunidades de la antigüedad – se vuelven destructivos. Por ello, vivimos una época de hipermoralismo y tribalismo muy destructiva.
¿Crees que el progreso es bueno de por sí?
Depende de lo que entendamos por progreso. Si entendemos que el progreso es seguir con una cierta mezcla de ideas y llevarlas a su máxima, como por ejemplo, la libertad individual, la diversidad e incluso la igualdad, lo más probable es que llegue un momento en que estas políticas están asociadas con costes que no compensan el hecho de que también puedan tener algún efecto positivo. El balance acaba siendo negativo.
A mí me gusta la frase “las virtudes se convierten en vicios cuando se llevan al extremo.” Hay mucha verdad en ella.
En inglés existe la expresión trade-off que no tiene muy buena traducción al español. Tiene que ver con la idea de que un cambio en la sociedad o una política X pueden tener un impacto deseado y positivo, pero casi siempre conllevan costes, que son los trade-offs. No hablamos lo suficiente de los trade-offs, pero sería muy importante que lo hiciéramos; podríamos intentar averiguar qué cambios en la sociedad nos aportan realmente un plus para la buena vida. Sería una conversación muy útil. Lo más probable es que dejáramos de hacer ciertos cambios porque son obviamente negativos en su conjunto.
Por ejemplo, la diversidad en la sociedad o en una organización puede ser positiva hasta cierto punto porque aporta ideas e impulsos nuevos, pero llega un momento en que más diversidad destruye el tejido y la confianza social, aspectos sin los cuales una sociedad no puede funcionar. Como éste, existen muchos otros ejemplos.
¿Por qué consideramos una locura aquel tipo de pensamiento que no coincide con el nuestro?
Porque estamos tan metidos en nuestras burbujas ideológicas que nos confirman contínuamente que nuestra moralidad es la única posible, la única buena, que ni siquiera nos planteamos que el mundo no es blanco y negro, y que el tema de la moralidad también es mucho más complejo. Lo que contribuye, en gran parte a ello, es el hecho de que ahora pasamos gran parte de nuestro día en línea/conectados y no tenemos tanto contacto presencial como antes con personas que piensan de forma distinta a nosotros.
Otro punto que también facilita esta situación es que actualmente hay mucha gente que cree en ideas extremas que antes eran consideradas una locura, y lo son, pero como no tenemos a tanta gente de ideologías diversas para contrastarlas, empezamos a creer en ellas.
¿Qué te motiva a fundar The Protopia Lab? ¿Qué objetivos persigues?
The Protopia Lab es un espacio para hablar de forma abierta y honesta sobre los temas importantes de la sociedad. Por un lado, quiero atraer a las personas que tienen la capacidad de ver las cosas desde diferentes perspectivas y también el coraje para expresarlas.
Además, quiero que este proyecto tenga un impacto en el discurso público; la idea es que con el tiempo podamos plantar las semillas para que el discurso público sea de nuevo más plural y funcional. Si como sociedad hemos perdido la capacidad de construir sentido, tenemos que recomponer esta capacidad de alguna forma. No te puedo decir cómo exactamente, pero esto es lo que hay que averiguar. La tecnología – redes sociales – juega un papel en ello, seguro.
Pero, si en un principio Protopia Lab es conocido como un espacio para lograr generar buenas e interesantes conversaciones y para encontrar a personas abiertas al diálogo de verdad, esto ya sería un logro.
¿Qué es la Protopía?
Es algo así como la tercera vía entre el estancamiento, el “no hay que cambiar nada” y la utopía que lo quiere cambiar todo por una idea ideológica determinada.
Dejar las cosas cómo están puede ser una buena idea cuando en principio todo funciona, pero raras veces es el caso, porque las cosas cambian siempre por sí solas y, entonces, hay que adaptarse y a veces anticiparse.
Perseguir una utopía suele ser una mala idea. Históricamente, ha desembocado en una distopía muchas veces. El problema es que muchas veces no sabemos muy bien para qué sirve una determinada norma o tradición. No sabemos qué efecto en su conjunto ha tenido sobre nuestras vidas. Esto es porque la sociedad es un sistema complejo, porque en última instancia es un sistema biológico complejo. Así que nunca lo podemos entender del todo.
Por eso, la Protopía es el intento de hacer cambios, pero teniendo en cuenta que sólo podemos intentar aproximarnos a un cambio que en su conjunto sea positivo para la sociedad y que contribuya a la buena vida. Pero debemos saber que es un proceso de prueba y error, un proceso de búsqueda evolutiva.
El próximo 23 de Mayo, Mary Harrington presenta la conferencia “¿El progreso es una creencia o un hecho?. ¿Qué esperas de esta jornada?
Mary Harrington tiene un planteamiento muy interesante porque ha pensado mucho sobre todas estas cuestiones. Llegó a la conclusión de que no hay progreso, o al menos de que es muy difícil llegar a la conclusión de que hay progreso desde un punto de vista objetivo.
Podemos decir que en la actualidad hay muchísimo más bienestar que hace 200 años, con grandes avances en la medicina, con comodidades como contar con calefacción central etc. Pero ella dice que estas mejoras no han venido sin costes medioambientales pero también en lo profundamente humano.
Es un tema fascinante. Espero que los asistentes a la conferencia aprendan algo y se lleven algo de inspiración a casa. Creo que también van a disfrutar del mero hecho de que se esté manteniendo una conversación realmente interesante sobre temas de los que no se habla demasiado en la esfera pública.
¿Para cuando la segunda edición de las “Conversaciones Protopía”?
Espero que pronto, pero depende de la financiación que, por el momento, no está asegurada. Estamos trabajando en ello y esperamos que para otoño podamos seguir celebrando esta tipología de eventos. Si alguien sabe de fuentes de financiación para estas conversaciones de espíritu libre, que nos avise. 🙂
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